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jueves, 14 de agosto de 2008

Egipto "Momificación de animales"


La momificación en el Antiguo Egipto no sólo se usaba para asegurar a las personas muertas una vida en el Más Allá, sino que también se momificaban animales de todo tipo, aunque éstos tenían a veces otros significados.Hay varios tipos de momificación animal dependiendo del fin último para el que se hiciera dicha operación. Así, tenemos la típica momificación de las mascotas queridas por la familia, que a veces se enterraban en la misma tumba de los dueños, y para las cuales se elaboraban incluso pequeños sarcófagos especiales. Otro tipo de momificación es el que se hacía a los animales sagrados que vivían en los templos como representantes vivos de un determinado dios/diosa, y que a su muerte era enterrado con toda la pompa digna de tal categoría. También tenemos aquellas momias de animales que eran usadas como ofrendas religiosas a los dioses, lo cual produjo un importante negocio de venta de todo tipo de animales momificados, algunos fraudulentos, como veremos más adelante. Y por último están las momias de animales o trozos de ellos que se usaban como ofrendas de comida a los muertos, y que se ponían en las tumbas para ser consumidas en la otra vida. Para preparar estas ofrendas de comida, se solía desecar el trozo de carne o los animales dedicados a tal fin, como aves (patos), peces, huevos, etc. Mirando las pinturas de algunas tumbas, podemos comprobar que los egipcios solían tener animales de compañía en sus casas, especialmente gatos, monos y perros, pero también gacelas y pájaros. Cuando estos morían, eran enterrados a veces en las tumbas de sus dueños humanos, con sus propios sarcófagos adecuados a su tamaño y forma, e incluso se representaban en las paredes de la tumba disfrutando de su comida favorita y otros lujos, que era la forma de asegurarles una vida placentera después de la muerte. No cabe duda de que adoraban a sus animales, aunque hay autores que piensan que muchas de estas mascotas serían matadas cuando sus dueños murieran para ser enterrados juntos. Pero bueno, de esto no parece que haya pruebas fidedignas. Los animales sagrados eran, como se ha dicho anteriormente, los que vivían en los templos como representantes vivos del dios del templo. Ese animal se elegía entre sus congéneres por presentar determinadas características físicas especiales, o marcas, que lo hacían único (por ejemplo, una mancha en determinada parte del cuerpo). Mientras estaba vivo, los sacerdotes se encargaban de su cuidado y alimentación, y supongo que debía tener una vida muy cómoda, ya que recibía el mismo trato que un dios. A su muerte era embalsamado y enterrado, y otro animal ocupaba su lugar en el templo. En los templos de la diosa Bastet se cuidaba y adoraba (porque claramente estos animales sagrados recibían el mismo culto que los dioses) a un gato; en los de Horus a un halcón; en los de Apis a un toro; en los de Hathor a una vaca; en los de Sobek a un cocodrilo; en los de Anubis a un chacal o un perro; etc. Las ofrendas religiosas de animales se hicieron muy habituales en el Período Tardío (greco-romano). Se supone que existían unos lugares donde se preparaban momias de animales en gran número para ser vendidas a los peregrinos, que luego las ofrecían a los dioses en los templos, y eran enterradas en unas catacumbas con las demás momias-ofrendas. Algunos de esos cementerios de momias eran realmente impresionantes, por la cantidad de animales encontrados, como el de Bubastis, dedicado a la diosa Bastet, donde se estima que había unas 300.000 momias de gatos (la mayoría de las cuales fue vendida en Europa como abono). En Saqqara, dedicadas al dios Thot, se encontraron alrededor de un millón de momias de ibis y babuinos, sus animales representativos. En realidad se momificaron casi todo tipo de animales, desde los ya mencionados y clásicos gatos, babuinos, perros, toros (impresiona también el Serapeum de Saqqara), etc, hasta cocodrilos, peces, serpientes, murciélagos, escorpiones, e incluso reptiles, ratones y huevos de pájaros. No se sabe exactamente qué función religiosa o de otro tipo cumplían algunos animales, pero el hecho es que eran momificados. En el año 2001, una expedición francesa encontró la primera momia de león en una tumba egipcia situada al sur de El Cairo, concretamente en la tumba de Maia, la nodriza del famoso rey Tutanjamon. Aunque el león era considerado un animal sagrado, relacionado con el poder del faraón, nunca antes se había encontrado uno momificado. Éste parece, por las pruebas (ya que se halló en perfectas condiciones de conservación), que murió de viejo y fue criado en cautividad. Los primeros investigadores del siglo XIX que encontraban tumbas con momias de animales solían dejarlas de lado, puesto que se consideraban más bien como objetos curiosos que objetos de estudio serio. De ahí que hayan desaparecido tantas, como en el caso de las momias de gatos pulverizadas y vendidas como abono que antes mencionaba (también hay que reconocer que tuvieron un final parecido muchas momias de humanos). Pero aún así, todavía quedan bastantes para poder ser estudiadas, aunque su estudio es delicado, ya que muchas se deshacen al contacto, y por eso se analizan hoy en día con rayos X. Y de su estudio se desprende que las momias animales no recibían el mismo cuidado que las humanas. A veces no se retiraban los órganos internos, sino que simplemente se desecaba algo el cuerpo (con natrón, por ejemplo) y luego se vendaba con lino. Otras veces se le inyectaban al animal muerto ciertos líquidos disolventes, precisamente para disolver esos órganos internos sin tener que extraerlos. Después del vendaje, se adornaba la momia para su enterramiento. Unas veces se dibujaban los rasgos del animal sobre las vendas, otras veces se le ponían ojos postizos (de vidrio o piedra), y otras se le ponía una máscara de yeso adornada a veces con oro cubriéndole la cabeza. Seguramente existió una importante industria de momificación de animales, porque se han encontrado millones de ellos, y no todos eran mascotas que morían de muerte natural, sino que muchos eran animales criados con el único fin de ser sacrificados como ofrendas. Por ejemplo, las momias de gatos eran muy abundantes, tanto que a finales del siglo XIX se envió a Inglaterra un buen cargamento de toneladas de gatos momificados para ser vendidos como fertilizante para los campos (de 9 toneladas sólo ha quedado un cráneo, que actualmente se expone en el Museo Británico). El Museo Británico examinó por rayos X los 53 gatos que posee en su colección, y se encontraron datos muy curiosos. De los 53 gatos, 44 eran cachorros de menos de un año, y la mayoría fueron sacrificados por el método de romperles el cuello. Esto prueba que tuvo que ser un negocio, ya que los cuidaban y alimentaban sólo hasta que aparentaran ser lo suficientemente adultos, pero no mucho más. Dedicarles más años a su cuidado no debía ser rentable. Para momificarlos se les extraían los órganos internos y se rellenaban con arena y otros materiales, dejando que se desecaran de forma natural tras el enterramiento. Se les vendaba con lino con las patas delanteras dobladas hacia atrás y las traseras hacia delante, como si estuvieran sentados, y de esta forma quedaba la momia en forma cilíndrica. A algunos de estos gatos (sobre todo los “modelos” más caros) se les pintaban los rasgos faciales con tinta sobre las vendas. Por último, cuando eran vendidos al peregrino, se le entregaba la mercancía dentro de un pequeño recipiente que normalmente tenía la forma del animal o bien una forma cónica y alargada. Así pues, se criarían, sacrificarían y momificarían animales de muchas especies para ser vendidos a los peregrinos como ofrendas votivas, y las habría de diferentes calidades y precios. Y como tal negocio, también existirían los fraudes. A veces se vendían momias que no contenían animales completos, sino trozos, o huesos y plumas, y otras veces incluso nada, sólo trapos, como bien explica un sacerdote llamado Hor, nacido sobre el 200 a.C. y que trabajó en el cementerio de ibis de Saqqara. En uno de las varias docenas de fragmentos de ostraca que dejó escritas decía: Que haya realmente un dios en cada uno de los recipientes, refiriéndose a que se vendían recipientes a los peregrinos que no contenían un animal completo. Con lo cual el timo era conocido.

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